Ir al contenido principal

Hasta los montes llegué

El espacio, últimamente, se me viene figurando como el comodín de las metáforas. Adentro, afuera, atrás y adelante no son menos que razones universales (de tan relativas) que se parecen a todo lo que se intente decir, pensar o traducir. El lenguaje mismo consiste en lugares y entramados. Incluso la razón (como la mitología) dispone en términos espaciales todos sus argumentos. 
Pero de todos los lugares posibles, me quedo con los que se desdibujan en el doblez del mapa. Los recónditos y legendarios de los que ya no se puede decir con certeza de qué lado del espacio están. Como la Salamanca.

Fortuna, Fama y Poder (escuchar)
Peteco Carabajal (1991)

Buscando la Salamanca
hasta los montes llegué
fui pidiendo para mí
fortuna, fama y poder.
La noche envolvió mi sombra
antes del amanecer.

Un gallo con plumas de oro
cantando me abrió un portal
allí dentro pude ver
los pájaros despertar
con sus trinos me enseñaron
a sentir la libertad.

Yo soy el árbol más viejo
que existe en este lugar
muchos siglos de raíz
me otorgan la facultad
para ser quien te reciba
en ausencia de supay.

De lejos se escucha un bombo
Es ocre de atardecer
Pie desnudo un viento gris
Su giro nos hace ver
En el aire hay chacareras
Que regresan del ayer.

De a poco fui conociendo
Secretos del socavón
Que no hay planta ni elixir
Que sirvan para el amor
Que hay un tiempo que está unido
Con las memorias del sol.

Un hombre incendió su pueblo
enfermo y creyéndose
cuántos más dañan a Dios
y mueren sin comprender
que está en la naturaleza
la excelencia del poder.

La fama es la gloria eterna
Que alguna vez sucedió
El dinero puede ser
Tal vez una condición
La fortuna es el tesoro
Que resguarda el corazón

Entradas populares de este blog

Diario #2 - La experiencia artesanal

Mi vieja nos regaló una planta de tomates cherry. Tiene como ocho o nueve tomatitos verdes que van a madurar en el balcón y los vamos a comer. No alcanza para una ensalada, pero sí para darse cuenta de lo distinto que es el sabor de la fruta cultivada sin agroquímicos, a pura agua y sol. A lo sumo un té de ajo y jabón blanco para espantar pulgones y esas cosas. Pero claro que sabe distinto. La industria alimenticia nos fue quitando el sabor de las cosas. Las frutas y las verduras transgénicas crecen fuera de temporada, soportan plagas y pestes, se aguantan el invierno, maduran más rápido, tienen color parejo y andá a saber qué otras cosas, pero ¿y el gusto? Hay otra particularidad que la industria le robó a los vegetales: su capacidad para reproducirse. Ojo ahí: hay algo importante para reflexionar sobre las frutas estériles. Pero no nos adelantemos. Porque este es un diario de escritura. Quiero decir, de publicación, que es lo mismo.  Hubo en Londres un tipo que a mitad del siglo ...

Levrero hipnotista

En lo que sería su última entrevista, grabada a principios de 2004, ocho meses antes de morir, Mario Levrero deja una serie de pautas o bases sobre su relación con la escritura y su concepción del arte. Allí afirma, entre otras consideraciones, que “el arte es crear una especie de máquina de hipnotizar a otra persona para transmitirle vivencias o experiencias anímicas que no se traducen en hechos perceptibles [1] ”. Leer a Levrero supone experimentar esa hipnosis, activar los mecanismos que el autor urdió para hacernos descender a otros niveles de consciencia. Indagar un poco en la naturaleza de ese artificio (valga el oxímoron) nos acerca al concepto de salud esbozado por Gilles Deleuze en La literatura y la vida .   La enfermedad –dice Deleuze– “no es proceso, sino detención del proceso”. Tomemos por caso la novelita Dejen todo en mis manos , cuyo protagonista y narrador, parodia del propio autor, acude a su editor de confianza para publicar una novela porque necesita dinero....

Diario #3 - La cisterna y el manantial

La cisterna contiene, el manantial rebosa. William Blake Hubo un tiempo (creo que muy breve) en el que muchas y muchos de quienes nos dedicamos a escribir incursionamos en la autopublicación digital. Los blogs ofrecían un espacio sin intermediarios, de una escritura fresca y periódica. Cada quien elegía cuánto tiempo dedicarle a la composición del blog, a la edición propiamente dicha. Conocí sitios lindos de navegar, algunos más estructurados que otros, algunos mejor organizados que otros. Algunos imitaban revistas, otros improvisaban blocks de notas. Hubo blogs caóticos en los que a veces estaba bueno perderse y también blogs minimalistas realmente muy bellos. Las redes sociales, que fueron condicionando de alguna manera nuestro modo de relacionarnos con los contenidos, finalmente reemplazaron estos dispositivos de lectura por algo que llamaron micro-blogging. Los mediatizaron, por así decirlo, cumpliendo así con su único objetivo.  No pretendo hacer de esto una especie de elegía ...