Algunas confusiones folklóricas hacen nacer mitos híbridos. Eso que la literatura oral tiene de inobjetable, los nombres de los héroes, la pinta de los monstruos. En este caso un gran sombrero amarillo, como lo describen relatos guaraníes. Pero desde cuándo está este monstruo del verano y la siesta! Su sustancia no es comparable a la del duende celta, nórdico, ario que se propuso ser todos los duendes. Es más parecido al sátiro de la mitología griega. Sin embargo, a mí se me hace un vampiro invertido: su territorio es al pleno rayo del sol y su trabajo implica no la muerte sino la gestación de una vida no deseada. María Va Antonio Tarragó Ros (1977) Mirar rasgado, patitas chuecas, María va, pisando penas, la arena ardiente, María va, calcina el monte un sol de fuego, María va, temor Pombero, palmar estero, María va. Quiso la siesta ponerle un niño a su soledad, de trigo y luna y de su mano María va, por el tabacal, tu paso, María va, y se bebe el sol que huele a duende,
Juan Pablo Cozzi, insistiendo en el bloguismo desde 2009. ¡Ahora en colores y con ilustraciones!