(Backgammon)
Se le llama fase de contacto
al período en el que nuestras fichas todavía se desplazan en territorio rival.
Se exponen a ser capturadas, por eso se mueven con cuidado aunque sin pánico. Avanzan con saltos precisos y se protegen, como los griegos, en la
espalda del compañero.
Una partida de Backgammon consta de un segundo momento, que es la fase
de carrera, en la que la adrenalina
inyecta en cada una de las fichas la desesperación por llegar más rápido al territorio propio y salir del tablero.
En esta fase ya no hay contacto con el rival. Las fichas huyen despavoridas,
mirando de reojo la carrera del contrario, presas de la envidia.
Es cierto que el juego requiere de ambas fases. La segunda es la del
recuento, necesaria para no olvidar que se trata de un juego, y en la que las fuerzas del azar acabarán dictando quién se
queda con la victoria.
Pero es en la primera donde se produce el verdadero enfrentamiento, donde la astucia vale
tanto o más que la suerte: mi momento preferido, en el que dejo a tu merced mis
fichas descubiertas, para que las
captures y alimentes mi fantasía de que el contacto
dure para siempre.