No se dañan tanto los dientes mordiendo un hueso, como cuando intentan
contra toda esperanza deshacer la estructura inmortal que sostiene la
existencia. Masticar la nada es un esfuerzo desmedido. Más allá de los límites
de la resistencia física. Se quiebran los esmaltes, se desplantan las raíces,
se luxan los huesos, se lesionan músculos y articulaciones. Todo en función de
tragarse los significados, soluciones nutrientes para cada uno de mis
problemas. Hay que comer. Devorarse el
mundo. Devenir Pac Man: cuando no haya más que comer, se sube de nivel y el
laberinto vuelve a llenarse de puntos blancos.
Comer en serio, todo, con tal de no ponerse a desmenuzar la nada; con
tal de no romperse las muelas tratando de asimilar el absurdo.