Brite / Calcuta, señor de los nervios
Vuelvo a mi ciudad natal, al útero del mundo y la concha de mi madre, por donde los muertos ya caminaban antes del apocalipsis zombi. Esa ciudad de perfumes exóticos y nauseabundos. El lugar de los templos. ¿A qué vine? Tal vez a encontrarme con la sustancia alimenticia, con el nervio caníbal.
Poppy Z. Brite me conduce por calles en las que cuesta diferenciar qué está vivo y qué es carne muerta. Porque todos caminan igual, los negocios siguen abiertos, los templos se llenan de acólitos como de milagros. Las caras vecinas se parecen, los peatones deambulan hambrientos y se reúnen en las esquinas a compartir los cuerpos. Placentero y placenta son palabras similares, idénticamente nutritivas.
Y ahí está Ella, mirándome con un ojo vertical entre las piernas. Kali es la diosa de este mundo. Su sonrisa parece satisfecha.
Poppy Z. Brite me conduce por calles en las que cuesta diferenciar qué está vivo y qué es carne muerta. Porque todos caminan igual, los negocios siguen abiertos, los templos se llenan de acólitos como de milagros. Las caras vecinas se parecen, los peatones deambulan hambrientos y se reúnen en las esquinas a compartir los cuerpos. Placentero y placenta son palabras similares, idénticamente nutritivas.
Y ahí está Ella, mirándome con un ojo vertical entre las piernas. Kali es la diosa de este mundo. Su sonrisa parece satisfecha.