Ir al contenido principal

Viajeros de Alba y Ocaso

Se me hace imposible desligar ciertos lazos que, a la hora de leer, se imponen como un contexto ineludible, como un epígrafe invisible y único que encabeza determinados textos. Tolkien y Lewis, creo, abanderan la lista de matrimonios literarios. 
No me interesa ahora entrar en la simbología filosófica ni en su baluarte del relato mitológico y esa combinación inmejorable de paganismo y cristianismo. Me detengo apenas en una observación (porque de eso se trata Bastardillas), sobre los mapas que siempre contienen más territorialidades que superficies. 
El creador de Narnia sitúa la Nación de Aslan en el límite oriental del mundo, tras una imponente cortina de agua. En cambio, el autor de la Tierra Media ubica las Tierras Imperecederas en el extremo occidental. Esta diferencia es quizás menos radical de lo que aparenta, pero no puedo dejar de ver en el primero la alusión a un amanecer espiritual siempre postergado, mientras que en el segundo se trata de la melancolía de lo que se ha terminado. 
Y no está de más señalar que me quedo con el lento ondular de un navío que se pierde en el mismo horizonte donde se pierde el sol.

Entradas populares de este blog

Diario #2 - La experiencia artesanal

Mi vieja nos regaló una planta de tomates cherry. Tiene como ocho o nueve tomatitos verdes que van a madurar en el balcón y los vamos a comer. No alcanza para una ensalada, pero sí para darse cuenta de lo distinto que es el sabor de la fruta cultivada sin agroquímicos, a pura agua y sol. A lo sumo un té de ajo y jabón blanco para espantar pulgones y esas cosas. Pero claro que sabe distinto. La industria alimenticia nos fue quitando el sabor de las cosas. Las frutas y las verduras transgénicas crecen fuera de temporada, soportan plagas y pestes, se aguantan el invierno, maduran más rápido, tienen color parejo y andá a saber qué otras cosas, pero ¿y el gusto? Hay otra particularidad que la industria le robó a los vegetales: su capacidad para reproducirse. Ojo ahí: hay algo importante para reflexionar sobre las frutas estériles. Pero no nos adelantemos. Porque este es un diario de escritura. Quiero decir, de publicación, que es lo mismo.  Hubo en Londres un tipo que a mitad del siglo XX s

Levrero hipnotista

En lo que sería su última entrevista, grabada a principios de 2004, ocho meses antes de morir, Mario Levrero deja una serie de pautas o bases sobre su relación con la escritura y su concepción del arte. Allí afirma, entre otras consideraciones, que “el arte es crear una especie de máquina de hipnotizar a otra persona para transmitirle vivencias o experiencias anímicas que no se traducen en hechos perceptibles [1] ”. Leer a Levrero supone experimentar esa hipnosis, activar los mecanismos que el autor urdió para hacernos descender a otros niveles de consciencia. Indagar un poco en la naturaleza de ese artificio (valga el oxímoron) nos acerca al concepto de salud esbozado por Gilles Deleuze en La literatura y la vida .   La enfermedad –dice Deleuze– “no es proceso, sino detención del proceso”. Tomemos por caso la novelita Dejen todo en mis manos , cuyo protagonista y narrador, parodia del propio autor, acude a su editor de confianza para publicar una novela porque necesita dinero. Pid

Obrera

  . (Técnica mixta sobre opalina, 30x30) . 🍁 . Persiguiendo un sueño sin lugar voy a remontar el viento lejos de este laberito de fronteras . 🍁 . ❇(Ningún hormiguero es una monarquía. Fijense bien.)❇ Acá el proceso completo 🎥