Ir al contenido principal

Mise en abîme

A la señora de los pasillos

Criatura inconveniente como pocas, un cetáceo no es la clase de pez que uno tendría en la pecera. Un teriólogo ofendido objetaría ahora que la ballena no es un pez, y la discusión se tornaría más álgida al entrar en el tema odontológico. Sin embargo, parecería cuestión de embarcarse en el acomodaticio oleaje de la metáfora, para descubrir que tal vez ni siquiera se trate de una criatura. Se destaca, eso sí, su tamaño y por ende su relativa importancia. En cuanto a su capacidad oniromántica, queda totalmente refutada y fuera del temario: el lenguaje es una máscara cóncava.

Soñé (escuchar)
Jesusa Rodriguez / Liliana Felipe (2002)


Soñé que se me caían los dientes soñé
que mis dientes enormes como submarinos
se iban al fondo del mar.
Soñé que los peces que duermen aquí entre mis dientes
soñaban que eran mis dientes y que se caían
y siempre soñando soñé que entre sueños
soñaba que se me caían los sueños soñé.
Ustedes comprenden soy una ballena que sueña
y no tengo dientes soy una ballena.
Aunque una ballena sin sueños
sería más triste que una ballena vacía.
Nadé por mares resecos sin sueños
nadé por deseos desiertos, enormes, inciertos,
de besos sin labios nadé.
Nadé por nadar. Y nada que nada nadaba al nadar,
nadaba de lado y no te encontraba
cantaba y cantaba y nada que nada.
nadaba y cantaba y nada de nada.
Ustedes comprenden que una ballena sin nada
es mucho más triste que una ballena que nada.
y si una ballena no nada
se pone más triste que una ballena varada.

Desperté y estaba el agua tan bonita y pensé:
que bueno que soy ballena y no un japonés ojete mata ballenas
o un gobierno que se hace de la vista gorda como si fuéramos tan chiquitas.
Ora sí que con la pena: pero qué bueno que soy ballena!!

Entradas populares de este blog

Diario #2 - La experiencia artesanal

Mi vieja nos regaló una planta de tomates cherry. Tiene como ocho o nueve tomatitos verdes que van a madurar en el balcón y los vamos a comer. No alcanza para una ensalada, pero sí para darse cuenta de lo distinto que es el sabor de la fruta cultivada sin agroquímicos, a pura agua y sol. A lo sumo un té de ajo y jabón blanco para espantar pulgones y esas cosas. Pero claro que sabe distinto. La industria alimenticia nos fue quitando el sabor de las cosas. Las frutas y las verduras transgénicas crecen fuera de temporada, soportan plagas y pestes, se aguantan el invierno, maduran más rápido, tienen color parejo y andá a saber qué otras cosas, pero ¿y el gusto? Hay otra particularidad que la industria le robó a los vegetales: su capacidad para reproducirse. Ojo ahí: hay algo importante para reflexionar sobre las frutas estériles. Pero no nos adelantemos. Porque este es un diario de escritura. Quiero decir, de publicación, que es lo mismo.  Hubo en Londres un tipo que a mitad del siglo ...

FEA es comunidad

Una comunidad donde el individuo tenga realmente algo que ofrecer al bien general, algo que integrar y no sólo su presencia muda y temerosa. Spinoza. Que la artesanalidad involucra el contacto, ya lo sabemos. El contacto, digo, y pienso en el vínculo con lo material, en la costura como vínculo, en las tintas, los perfumes, las texturas, los pliegues. Que hagamos libros artesanales nos pone en contacto , habilita puentes, vasos comunicantes, ensambles, nodos, sinapsis. Nos conecta con los objetos que producimos, con las personas que participan del proceso, con los proyectos que cohabitan el multiverso editorial. Hay conexión: somos en red. Es, quizás, en ese sentido, que podemos disociar la idea individualista snob de hacer libros en mi tiempo libre, de la intensidad con la que nos conmovemos hacia estos espacios de conexión verdadera: de contacto, de material, de comunidad.  Experimentamos algo de eso en la FEA, evento al que nos referimos no con siglas sino con un adjetivo que es ...

Diario #3 - La cisterna y el manantial

La cisterna contiene, el manantial rebosa. William Blake Hubo un tiempo (creo que muy breve) en el que muchas y muchos de quienes nos dedicamos a escribir incursionamos en la autopublicación digital. Los blogs ofrecían un espacio sin intermediarios, de una escritura fresca y periódica. Cada quien elegía cuánto tiempo dedicarle a la composición del blog, a la edición propiamente dicha. Conocí sitios lindos de navegar, algunos más estructurados que otros, algunos mejor organizados que otros. Algunos imitaban revistas, otros improvisaban blocks de notas. Hubo blogs caóticos en los que a veces estaba bueno perderse y también blogs minimalistas realmente muy bellos. Las redes sociales, que fueron condicionando de alguna manera nuestro modo de relacionarnos con los contenidos, finalmente reemplazaron estos dispositivos de lectura por algo que llamaron micro-blogging. Los mediatizaron, por así decirlo, cumpliendo así con su único objetivo.  No pretendo hacer de esto una especie de elegía ...