Comprar un libro usado es también arriesgarse a la historia entre ese objeto y sus lectores. Supone a veces un suceso impensado por autores y editores: los jardines insospechables del paratexto, a saber, el subrayado, las hojas marcadas, las escrituras al margen. Había en mi madriguera un libro que compré usado hace varios años y no había leído hasta ahora. Una antología de cuentos fantásticos de Bioy Casares. El libro estaba impecable, salvo por una sola marca que un lector avivadísimo plasmó en el papel. En el cuento Moscas y Arañas, aparece subrayada con lápiz la siguiente enunciación:
-Duerme como una hipócrita.
