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Mostrando entradas de diciembre, 2010

Nubes que son sospecha

La tormenta acecha incansable. Uno, que ha aceptado, no sin dolor y madurez, que nada dura para siempre, puede pararse a mirar el horizonte verdoso tronando sus dedos eléctricos y ser feliz al mismo tiempo. No abrazo la melancolía, trato de ensancharme al ver el camino recorrido y aquijotarme por el que hay que recorrer. Me quedo con el último tema del último disco de quien no me caben dudas es el mejor letrista del rock en español. Una rata muerta entre los geranios (link) Indio Solari Con un soplo vacío mi boca es tarde en la noche y no puedo dormir. Silenciosa mi risa está oscura domina mis labios me obliga a mentir. Niebla cubre el parque ponen un velo que quita vida y da ilusión. Necesito de algún paraíso que obligue a mi cuerpo a jugar con vos. Aunque estoy atado a tus diabluras sabés que estoy siempre a favor del adiós. Perros, como fantasmas que nos rodean en la neblina al caminar. La belleza es siempre temible y se hace difícil poder soportar cuan...

Negro de pizarra

O la lucidez metonímica Es más bien un despertar a tientas. Ese momento en que lo que estamos leyendo comienza a dibujarse en nuestro espacio imaginario pero todavía no se ha formado del todo. Con ciertos autores experimento una extrañeza agradable, un placer en eso oscuro e indefinido que no ha cobrado su forma transitoria ni definitiva. Esas primeras páginas que no parecen nada, donde no sabemos quién habla ni cuándo nació, ni qué edad tiene ni en qué idioma está hablando con quién. Esas calles sin extras y sin nombre, casas que son tal vez una pared, o un techo solo, partes de muebles y de cosas que apenas aparecen porque son nombradas por una voz que todavía no asumió sexo ni tono de gravedad. Su volumen es el de una hoja apenas desteñida por el tiempo. Quisiera que esta novela no empiece nunca. Que nunca sepa cómo se llama el que acaba de salir a esa calle. Que nada cobre su forma. Que todo sea la inespecífica sugerencia que me incomoda amablemente.

Lunar

Lo que comenzó como una imperfección de la piel, un lunar o verruga erecta, acabó por brotar primero dedo auxiliar, después miembro indeciso y más tarde tentáculo incipiente. Pensó que podría nadar y se internó en el océano agitando su cuerpo blando para darse impulso. No necesitaba en ese medio más que una gran cabeza ovalada y unos cuantos tentáculos flexibles.  Nadó por ocho horas. Y llegó finalmente al otro corner de la oficina, en el que acomodó casi 300 biblioratos en orden alfabético, cumpliendo con exactitud la demanda absurda de su jefe. Al terminar del día, lo asaltó una incertidumbre brutal: ¿Cómo acomodaría sus tentáculos en una cama?

Hacer realidad

Carver / Tres Rosas Amarillas Leo realismo en la tapa, en la solapa, en la biografía de su autor y lo pienso como una torpe nomenclatura. El texto trata de cuidar por todos los medios la forma en que fueron dichos los hechos. Cuando la realidad no se plasma sino que se construye. Se forma con relatos. No es que el cuidado de Carver en las citas y la austeridad de las descripciones reflejen la realidad, por el contrario: generan realidad, como conglomerado de textos, construyen a partir de las formas del relato, incluso de esas formas elididas de las que se alimenta el minimalismo. Publicado en La Comunidad Inconfesable Nº 19 (Enlace)