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Mostrando entradas de junio, 2014

Domine-moi

Ella es todo lo que no se supone. Yo, Narciso en jaque mate.  No son espejos sus ojos felinos, sino abismos de lo otro. Algo imposible de poseer –valga infinitas veces la aliteración–, que me hace inevitablemente suyo. Con total ineptitud trato de seguir mi guión, mi propia lectura del esquema. Pero ella vino para cambiarlo todo, para infectar el sentido con un universo completamente ajeno y despreciable.  Abre sus piernas de alienígena y no deseo otra cosa que una cadena en mi cuello para ser ganzúa sujeta a su llavero. ¡Domine-moi! Cubre su desnudez con criaturas muertas y quiero ser la piel que adorna su cuello imperfecto. ¡Domine-moi!  El amor no existe. Mi guión revela huecos semánticos. La Venus no vino a llenar de sentido el texto. Vino a instalar madrigueras, agujeros inéditos, mazmorras nuevas donde habitaré impaciente esperando que su boca de trufa vuelva a pronunciar mi nombre. La Vénus à la fourrure, Roman Polanski, 2013

Gallito fósil

No se puede domesticar un monstruo. La literatura y el cine alimentan la morbosa fantasía de la Bella capturando el corazón de la Bestia, convirtiéndolo en un príncipe desesperado. Pero el engendro, en pleno ejercicio de su legítima defensa, no puede dejar de ser atroz.  La calavera ovalada del tiranosaurio parece mirar por los agujeros donde pudo haber ojos de gallo, pestañeando atentos a cada movimiento de sus presas. El pico, infestado de dientes, me sonríe.  “Sé que no sos una gallina”, intento decirle para que vuelva a sentirse monstruoso. Aunque el Estado se afane en demostrar que no hay nada que temer, que el animal es un servidor público, un pollo manso que me saluda arqueando la cresta roja.  Su pisada tríptica es la misma que hace sesenta y siete millones de años. Y sigue pisando para reproducirse. En el corral o suelto en el campo, picoteando maíz con cara de hipócrita, no deja de parecerme aberrante. Es una criatura al servicio de todo lo que desprecio en e...