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Mostrando entradas de junio, 2011

De profundis

Después de desintegrar la mesa, el piso, el primer nivel, el subsuelo, la osamenta y el casco de la nave, la sangre que saltó del octópodo alienígena que el oficial Kane tenía adherido a su cara siguió socavando la estructura misma del relato. El monstruo siempre viene de lejos (y como vimos, lejos es profundo). Como Drácula llega de las profundidades carpatianas para atormentar la moral victoriana, o Hyde llega desde lo profundo de un doctor desdoblado, el Octavo Pasajero viene del espacio insondable para detener el latido de un manojo de terrícolas xenofílicos. H.R. Giger sintió los pinceles derretirse en su mano como relojes de Dalí, y Ridley Scott terminó descubriendo un hueco en el fondillo de su jean. El humo es un poco verde y se evapora rápidamente. Alien, Ridley Scott, 1979 

Conozca el interior

No por nada, viajar al interior implica adentrarse y salir a la vez. El interior es lejanía y profundidad, distancia medida como elemento. Átomos y galaxias se comportan igual. De ahí que por mucho que uno pretenda alejarse, no está haciendo otra cosa que volver. Chacarera del ácido lisérgico Les Luthiers (1971) La versión de la "chacarera del ácido lisérgico", también llamada  "Conozca el interior", tradicional alucinógeno opus 24, en la mayor  euforia, de Johann Sebastian Mastropiero, ha sido grabada por el ensemble telúrico de Les Luthiers. Acido, ácido, ácido, ácido. Conozca el interior, conozca el interior. Explorar el inconsciente, sin ningún temor, con espíritu valiente, sin ningún temor, si quieren probar presten atención, ya les vamos a contar, presten atención. Apunte en la libreta, anote la receta, porque este no es un cuento, es un medicamento! Ya le vamos a contar, presten atención. (ooohh...... Aaaaaa...) Adentro! Acido, ácido, ...

Mascarada

Rice / Entrevista con un vampiro Si no es este detalle lo que rescata a Anne Rice del olvido absoluto, no veo qué otro elemento la salve. Nada es nuevo fuera de la voz de cada narrador. Las mismas historias se han contado siempre y se seguirán contando. Pero cada voz nueva puede volver novedoso un relato conocido. Me refiero al teatro en el que los vampiros se disfrazan de actores que hacen de vampiros y fingen alimentarse mientras se alimentan en serio. Máscara sobre máscara sobre máscara, un efecto bien logrado en las crónicas vampíricas, si no el único efecto alcanzado. La envidio, sinceramente, como narrador neonato. Requiere ejercicio de pliegue y despliegue, que es la mejor manera de dejar una marca en el papel.

Un juguete para niños

No es que se haya desayunado que no hay propósito para su existencia, es que ser peón de ajedrez en un tablero de damas le resulta insoportable. Quijotea ansioso su sueño de guardián espacial, pero ya es un sueño vacío, y el que se ha sentado a jugar trae dados en su mano. Lightyear grita que deberían ser sesenta y cuatro baldosas y no un centenar y que con dados no se juega. Pero apenas alcanza a ver al homúnculo (qué Dios detrás de Dios) que tensiona el brazo hacia atrás con el dado en el puño, y lo suelta como látigo para (la Trama empieza) incrustarlo entre su ojo amoratado y su casco astronáutico. Toy Story, John Lasseter, 1995

Mito efímero

Fogwill / Los pichiciegos Una comunidad que apenas resplandeció en la madriguera y su horizonte neblinoso. No hay pasado común ni individual, no hay futuro colectivo: están puestos ahí para sobrevivir y morir. Pugnan identidad pasajera (doble y simbólica, con su correlato aquí afuera, donde el lector hace pie), y comunidad salvaje (duró lo que duró esa guerra y se esfumó). Guiados por el miedo, convertidos en sombras dentro de las sombras. Fantasmas reales, ecos en una grabación desgrabada. Fogwill construye así una leyenda fugaz, y simultáneamente moldea el propio Fogwill mítico, que nace al apagarse el fósforo azulado de sus pichiciegos.