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Mostrando entradas de septiembre, 2010

No me exilies de tu boca

Una de esas muestras de un género inmortal, que trasciende las fronteras y las modas. Saltando una generación, el tango nos vuelve a dar autores que saben del género y lo actualizan sin que pierda identidad. Porque responde a una búsqueda universal, alojada en el mismo rincón del hombre que no ha cambiado en ciento treinta años ni va a cambiar. Por eso resuenan mitos isótonos y sagas eternas. Si chicanear es proceder con artimaña, forzando las formalidades, he aquí un abuso de formalidad que me encanta: Juguete Rabioso (escuchar) Acho Estol (La Chicana) Veterano del insomnio, soy un viejo prematuro. Se me cansan las palabras no es una forma de hablar. Tengo una viola italiana, cuando hay hambre no hay pan duro. El Mario me la endereza pero se vuelve a doblar. Para garpar el casorio y el anillo vendí el coche. Inocente adolescente rematé mi libertad. Soy un yonqui de la tele sin volumen a la noche, como pa no molestarla, aunque ella ya...

La lanza de mi silbido

Si como solía escuchársele a Borges, cada escritor elige sus antecedentes literarios, podríamos inferir que cada lector busca eco entre las voces de miles de autores hasta dar con la que es de su elección, aquella de la cual se siente heredero. Con canciones como esta me pasa algo similar pero invertido. Es quizás su letra la que busca eco en mi, la que va de oreja en oreja hasta caber en la forma de la mía como si estuviésemos hechos para ser complementarios. Me voy quedando (escuchar) Cuchi Leguizamón Me voy quedando ciego la luz titila en mis huesos, sólo la noche derrama su esperanza en el silencio, dorado, herido por lunas que pasan cantando. Me voy quedando solo lejos del cielo y el tiempo, entre huellas desoladas sin mujeres y sin perros que huelen los rastros por donde transitan los sueños. Estribillo A veces no sé quien soy, la lanza de mi silbido va alborotando recuerdos desenredando caminos, mientras mi risa cae en el abismo. Me voy quedando h...

A una nariz pegado

Süskind / El Perfume Una perfecta apología del monstruo (como mostración, señalación y extracto al mismo tiempo) se construye apelando al deseo intrínseco y visceral que nos habita. La obsesión de Grenouille se nos hace genuina y también la anhelamos. El procedimiento de Süskind es exquisito y simple como un buen perfume, ya que todo en el relato huele porque todo en el mundo huele. Y si todo lo que hay en el mundo es efímero y muere, también los olores. Entonces la ansiedad de este monstruo ya no nos parece pecado si lo que busca infatigablemente es la supervivencia del mundo sensible.