Un principio



Aristóteles creyó que había plantas e insectos que se generaban espontáneamente a partir de la materia descompuesta. Así se explicaba el origen de ciertas alimañas que, al parecer, surgían gracias a la interacción de fuerzas capaces de dar vida a la materia inerte, ponele.

La cosa estaba, por así decir, en la potencialidad. Y a esta fuerza la llamó entelequia, porque le gustaba ponerle nombre a las cosas, sobre todo a las que no tenían nombre. 
Ante todo, el rigor científico: el ser contiene en sí mismo todo su universo.








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