Elogio de lo inestable

El hombre del estuche. Él, metido en sus botas de goma. Su paraguas dentro del estuche. Su reloj adentro de una caja. Su cuchillo dentro de la vaina. Tendido en su ataúd parecía sonreír: había alcanzado su ideal.
Antón Chéjov, Cuaderno de notas



La inquietud, el desequilibrio, son los motores del cambio. Cada partícula anida alguna inestabilidad que la hace entrar en el juego. Por eso a veces, cuando una fuerza gravitacional me atrae hacia lo estático, hacia el orden y el estuche, recurro inmediatamente al obstáculo con el fin de tropezar. Es mi modo de devolverle al Caos el favor de la vida.


Imagen: estatua del mausoleo de Rufina Cambaceres, Recoleta, Bs As.

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