Oceanic 815

Si antes de decir que el narcisismo de los hijos es el narcisismo de los padres Freud no había visto Lost, estamos fritos. Es que tal vez, como en Lost, todo se trate de narrar ininterrumpidamente buscando aplazar lo más posible el velorio de un padre. 
Tal vez eso piensa Jack Shephard cuando mira al horizonte y se sabe eternamente solo, pastor de ovejas y cirujano de supervivencia. Tal vez incluso piensa, mientras se rasca el tatuaje que dice "camina entre nosotros, pero no es uno de nosotros", que la supervivencia también es una excusa obstinada en dilatar la muerte a toda costa.
O tal vez solo lo intuye y no tiene palabras para nombrarlo, porque está quedándose escaso de vocablos, las temporadas han transcurrido en un abrir y cerrar de ojos y ya no hay isla ni náufragos ni osos polares. La memoria colectiva expira profundamente y el binomio padre-hijo concluye para siempre.

Lost, Lieber-Abrams-Lindelof, 2004-2010.

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