No hay náufrago sin ironía

Más que la isla y los cocos, más que la tormenta o la balsa improvisada, lo que especifica al náufrago como tal es su condición de víctima de una ironía. No la esperanza del guardacostas o el helicóptero, ni la soledad del hombre cara a cara con las fuerzas naturales, sino su reducción a títere, a guante pintado en la mano de la ironía. 
Chuck lo intuye mientras mira con amargura el filo del patín que hará con su muela lo que en el lado convexo del mundo está haciendo su odontólogo con Kelly. Ese patín, cuyo único rasgo distintivo sea quizás su disponibilidad para el desliz, es la parte por el todo. 
Mientras tanto, múltiples naufragios me amenazan, al verme reflejado en la cara del actor.

Cast Away, Robert Zemeckis, 2000.

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