Bifurcaciones del paisajista

Con la mueca irónica de quien ofrece alguna pista para disipar un acertijo, Borges impone sus condiciones de lectura. Prólogos sucintos articulados por negaciones y divergencias, tal es el caso de los dos prólogos que vemos en Ficciones, por nombrar un caso que sirva de ejemplo.
Salto al laberinto confiando mi integridad e inteligencia a ese huso de Ariadna, como si al resolverlo me volviese más grande, más sabio, más heroico. Y no. Con suerte, ese hilo también fingido me dé lo mismo que el enigma de la esfinge le dio a Edipo: la entrada a un problema mayor e irresoluble.

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