Elásticas

Haciéndose eco de la voluntad de Joyce de plagar el Ulises de trampas y tropiezos interpretativos, el editor ordenó ahorrar en pegamento. Lo que se obtiene es el más coherente e irrespetuoso paratexto: un libro frágil cuyas páginas se escurren de mis manos cada vez que intento terminar de entenderlo. Si algún día me toca en suerte perder hojas de este ejemplar que guardo entre bandas elásticas en un lugar estratégico de mi madriguera, espero no olvidarme que en el capítulo cinco se puede leer tremendo párrafo:

Disfrutar de un baño ahora: limpio pesebre de agua, fresco barniz, la suave y tibia corriente de agua. Este es mi cuerpo.
Entrevió su cuerpo pálido recostado del todo, desnudo, en un útero de calidez, aceitado por un fragante jabón, lavado suavemente. Vio su tronco y extremidades rotondulando y sostenidos, boyando ligeramente hacia arriba, amarillo-limón: su ombligo, capullo de carne: y vio los oscuros rizos enredados de su vello púbico flotando, flotante cabello de la corriente alrededor del fláccido padre de miles, una lánguida flor flotante.

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