Memoria de los átomos finitos

U olvido de los átomos finitos

El día que Heráclito se bañó por segunda vez en el mismo río (mil y un años después de haber acuñado su célebre frase) sintió una necesidad irrefrenable de dejar por escrito su experiencia a fin de que mil y un años más tarde, al bañarse por tercera vez en ese río idéntico, la sorpresa no lo asaltara tan abruptamente y pudiera así por primera vez disfrutar de un baño plácido.
La urgencia con la que corrió a buscar una piedra lisa sobre la cual inscribir su descubrimiento le hizo olvidar todo pudor y todo frío, y salió desnudo corriendo por todo el bosque hasta que encontró una espléndida superficie en piedra caliza. Tomó una punta de lanza y escribió "Pitágoras tenía razón".
Del otro lado del mundo, aunque en un tiempo impreciso, un Zoroastro pulcro y perfumado fumaba por enésima vez el mismo incienso y sonreía cínicamente como si entendiera todo.
Tiempo después, o una eternidad antes, Heráclito bajaba otra vez al río para defecar en sus infinitas aguas. Él también sonrió entonces y le dijo a sus heces: "Cuando hayan dado una vuelta completa al tiempo y al espacio llevadas por esta misma corriente, busquen a ese que se baña plácidamente y háganle saber que se equivoca."

Publicada en el número III del Heraldo de Tabarís, Dic 2009

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